martes, 12 de agosto de 2008

TODOS DEBEMOS TENER UN ARBOL

La relación que existía en el australiano. Primitivo y el árbol, era de una identidad de sustancia y estructura. Cuando nace un canaco, en el agujero que se entierra el cordón umbilical se planta un árbol, en consecuencia todos tienen un árbol. Una de las tantas narraciones existentes, nos dice que un joven se dirige a una selva, si al tirar su hacha contra el tronco, esta no se clava en el árbol dice: No es mi padre ni mi madre y va más lejos, hacia un árbol semejante. Balancea el hacha y la tira, ésta se clava en el tronco. Y he aquí que una voz. humana sale del interior del árbol - ¿Eres mi hermano menor? - Sí, he venido a Ilamarte. Quisiera que me hicieras una choza. Es por eso que todo canaco sabe que sus antepasados están en la selva y de ahí la costumbre de alejar a un extranjero diciéndole: "Tú no tienes aquí tu árbol". Todas las partes internas del cuerpo tienen nombres vegetales, así por ejemplo:los intestinos son pedazos de liana, el pulmón recuerda las hojas selladas y estriadas del árbol Kuni, etc. Otra de las narraciones cuenta que un viejo protestante, ante un gendarme por el reclutamiento de su hijo, demasiado joven para los pesados trabajos de los blancos, palpa los brazos de su hijo y dice: "Mira estos brazos, son de agua": Aquí no habla en sentido figurado. El niño a la vista, es igual que el brote de un árbol, acuoso primero, y luego, con el tiempo, leñoso y duro. Cuando un niño crece raquítico dice que crece amarillo. Cuando un canaco elegante se ha untado la piel con aceite de coco, las muchachas de la Melanesia admiran en él esa dosis de humedad que da a la carne su frescura y dicen: "El agua, las savias se trasparentan bajo su piel". Persuadidas están que la savia primaveral hincha las yemas de los árboles y las fibras del ser humano. Todo esto, que para nosotros parecería poético; para ellos (los canacos) es su realidad. En resumen, el árbol le confiere al canaco su autenticidad social y cívica. Hoy día, todos deberíamos tener un árbol, no como algo nuestro en una manera posesiva, sino como parte de la realidad-naturaleza que debemos conservar. Frecuentemente se ven a diario en las calles, árboles derribados por automovilistas, mientras que cada día que pasa, el aire se hace más enrarecido por la combustión de los automotores. Pareciera como si el hombre moderno no supiera que los árboles durante el día producen el oxígeno para nuestros pulmones. Todavía no hemos visto algún ciudadano, pagando una multa porque ha derribado un arbolito. Se hacen necesarias nuevas medidas que hagan actuar a la ciudadanía en provecho de la naturaleza, que tanto la necesitamos Como sugerencia a lo ya planteado, cada familia debería conferir a sus hijos un arbolito para que lo tenga a su cuidado, y que se constituya esta costumbre como un "privilegio". Así ellos podrán decir: "Tú no tienes un árbol". LA NACIÓN. Caracas, octubre de 1.978.

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